Daniel Iglesias Grèzes
Dos cosmovisiones enfrentadas
Inevitablemente, cada científico enmarca su labor científica dentro de su propia cosmovisión; y ésta, en tanto sea verdadera o falsa, puede ser una ayuda o un estorbo para esa labor. Las dos cosmovisiones principales que se enfrentan en nuestra cultura contemporánea son el monoteísmo cristiano y el ateísmo materialista. El cristiano cree que el principio y fundamento de todo no es la nada, ni el absurdo, ni el caos, sino Dios, el Ser Perfectísimo. Por lo tanto, sabe de antemano que la Razón es lo más originario: aunque exista el caos, hay un orden racional que lo incluye y trasciende. En cambio, para el ateo consecuente la razón es una realidad secundaria, derivada de un mundo que en el fondo es irracional.
Comparando los valores heurísticos respectivos de ambas cosmovisiones con respecto a dos fenómenos –los “órganos vestigiales” y el “ADN basura”–, veremos que hay problemas científicos que conviene abordar desde una perspectiva cristiana, en vez de una perspectiva atea.
Los órganos vestigiales
En El Origen de las Especies (1859), Charles Darwin argumentó que la existencia de numerosos “órganos vestigiales” (órganos que antes tuvieron una función pero ahora son inútiles) era una evidencia a favor de su teoría de la evolución y en contra de la creación de las especies. Darwin propuso como ejemplos de órganos vestigiales el apéndice, el cóccix, las muelas de juicio, etc. En 1893 Robert Wiedersheim publicó una lista de 86 órganos vestigiales.
Hoy se sabe que, en este punto, Darwin y Wiedersheim estaban equivocados: se han descubierto las funciones de casi todos esos supuestos órganos vestigiales y se sospecha que es imposible identificar órganos inútiles. Aunque casi todos los científicos siguen pensando que la evolución biológica ocurrió, hoy muchos descartan los órganos vestigiales como indicio de que la evolución ocurrió de un modo darwinista: una evolución aleatoria, no diseñada ni guiada por inteligencia alguna.
El ADN basura
Desde 1953, cuando Watson y Crick descubrieron la estructura de doble hélice de la molécula de ADN, los avances de la ciencia genética han sido enormes. La molécula de ADN está formada por un gran número de nucleótidos. Algunas secciones del ADN (los genes) conforman un código tal que tres nucleótidos corresponden a un aminoácido. Los aminoácidos son los “bloques” con los que se forman las proteínas, que a su vez son los componentes fundamentales de las células. Asombrosamente, el ADN es algo así como un plano con la información necesaria para construir proteínas y células.
En 1972 se dio en llamar “ADN basura” a las secciones del ADN que no codifican ninguna proteína. Se estima que alrededor del 98 % del ADN humano corresponde a esas secciones. Frente a este fenómeno, el científico adherido al “paradigma ateo” tiende fácilmente a formular la hipótesis de que esas secciones de ADN son “basura”, un producto no funcional del mecanismo aleatorio que impulsa la evolución darwinista. Por el contrario, frente al mismo fenómeno, el científico adherido al “paradigma cristiano” tiende fácilmente a formular la hipótesis de que esas secciones del ADN tienen funciones aún no descubiertas, pues toda la molécula de ADN es producto de un diseño inteligente.
En 2012, al publicarse los resultados de investigaciones del gran Proyecto ENCODE (ENCyclopedia Of Dna Elements), se vio que éstos desestiman la hipótesis del “ADN basura”. El informe de ENCODE afirma que al menos el 80 % del ADN humano es funcional. Muchas secciones del ADN tienen funciones de regulación u otras, sumamente complejas, que los científicos apenas han comenzado a desentrañar. Casi todas las semanas se descubren nuevas funciones del ex “ADN basura”.
La idea de que la mayor parte de nuestro ADN es un residuo inútil de la evolución fue usada incesantemente por proponentes del darwinismo como prueba de la evolución darwinista. Para su desventura, esa idea resultó ser falsa. Sin embargo, una minoría de darwinistas militantes sigue defendiendo el mito del ADN basura. Un ejemplo de ello es Dan Graur, biólogo de la Universidad de Houston. En su reciente libro Ciencia Zombie, Jonathan Wells se refiere a él así: “En 2013, el biólogo Dan Graur criticó el ‘evangelio libre de evolución de ENCODE’ y acusó a sus investigadores de ‘conducirse con ligereza con el término función, al divorciar el análisis genómico de su contexto evolutivo’. (…) Graur argumentó que ‘si el genoma humano en verdad está desprovisto de ADN basura como lo implica el proyecto ENCODE, entonces un proceso evolutivo largo y no dirigido no puede explicar el genoma humano’. En otras palabras: ‘si ENCODE tiene razón, entonces la evolución [darwinista] es falsa’. Pero para Graur la evolución [darwinista] no puede ser falsa. ¿Su solución al problema? ‘Matar a ENCODE’”.
Concluyo que los prejuicios materialistas están impulsando a no pocos científicos hacia un callejón sin salida…
Artículo publicado originalmente el 09/10/2017 en el diario El Observador de Montevideo, bajo el pseudónimo «Bonifacio de Córdoba»).
