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Autor: Daniel Iglesias Grèzes
Título: Cristianos en el mundo, no del mundo
Subtítulo: Escritos de teología moral social y temas conexos
Editor: Autopublicación en Lulu
Edición: Primera
Año de publicación: 2008
Tamaño: 168 páginas
Presentación. En este libro se analizan distintos temas de moral social desde el punto de vista de la fe católica. Algunos de los temas tratados son: el derecho a la vida, el matrimonio y la familia, la libertad de educación, la acción política de los católicos, la relación entre el cristianismo y las principales ideologías, la globalización, etc.
Texto de contratapa. «Los cristianos se apartan de su deber, … no cuando actúan como miembros de una comunidad, sino cuando lo hacen por fines temporales o de manera ilegal; no cuando adoptan la actitud de un partido, sino cuando se disgregan en muchos. Si los creyentes de la Iglesia primitiva no interfirieron en los actos del gobierno civil, fue simplemente porque no disponían de derechos civiles que les permitiesen legalmente hacerlo. Pero donde tienen derechos la situación es distinta, y la existencia de un espíritu mundano debe descubrirse no en que se usen estos derechos, sino en que se usen para fines distintos de los fines para los que fueron concedidos. Sin duda pueden existir justamente diferencias de opinión al juzgar el modo de ejercerlos en un caso particular, pero el principio mismo, el deber de usar sus derechos civiles en servicio de la religión, es evidente. Y puesto que hay una idea popular falsa, según la cual a los cristianos, en cuanto tales, y especialmente al clero, no les conciernen los asuntos temporales, es conveniente aprovechar cualquier oportunidad para desmentir formalmente esa posición, y para reclamar su demostración. En realidad, la Iglesia fue instituida con el propósito expreso de intervenir o (como diría un hombre irreligioso) entrometerse en el mundo. Es un deber evidente de sus miembros no sólo asociarse internamente, sino también desarrollar esa unión interna en una guerra externa contra el espíritu del mal, ya sea en las cortes de los reyes o entre la multitud mezclada. Y, si no pueden hacer otra cosa, al menos pueden padecer por la verdad, y recordárselo a los hombres, infligiéndoles la tarea de perseguirlos.» (John Henry Newman, Los arrianos del siglo IV).